domingo, 28 de junio de 2015

Cuestión de piel



Por circunstancias dispares de nuestra vida, vamos creando un imagen distorsionada de nuestro ser que nos hace perder el norte y no saborear las cosas más esenciales y pequeñas que son las que realmente nos harían felices.
Muchas veces por desengaños nos volvemos personas reticentes a cualquier nueva aventura que nos haría crecer como personas. Otras veces nuestro entorno nos hace hacer cosas que nos separan de nuestra esencia y nos centramos más en “el qué dirán”
Lo peor de todo es que por una u otra causa vamos perdiendo el aroma natural y somos esclavos de la mirada crítica de aquellos que quieran que sigamos unos mismos patrones.
Esto favorece, por supuesto, a los más poderosos que saben que en este estado de parálisis que nos encontramos pueden hacer las tropelías que les dé la gana.
Para cambiar esta situación de ausencia de personalidad permanente, tenemos que buscar nuestro paraíso particular en el cual de vez en cuando huir y hacer una reflexión personal de donde estamos para así llegar a la piel y darnos cuenta de quiénes somos, cómo sentimos y una vez de vuelta de ese paraíso sabremos con toda certeza a qué debemos dar importancia y a qué no.
Nos volveremos personas con identidad propia y con un criterio y una claridad que nos hará romper todas las barreras que de manera artificial gente interesada nos han ido creando para no ver lo verdaderamente importante que es nuestro ser y todos aquellos que se preocupan verdaderamente por nosotros.
Si hacemos esto, todas las capas artificiales se disolverán y sólo quedará una, nuestra piel.



“Piel”
Hace tiempo que dejé de sentir mi piel,
la metamorfosis fue cruel,
me separó de lo más preciado sin darme cuenta.
El humo llegó y todo me parecía igual,
no sabía diferenciar el bien del mal.
Por suerte, un día encontré el paraíso que me llenó de reflexión.
Esta me dejó desnudo, mi vestido era mi piel y me di cuenta
lo estúpido que pude ser.

                                                                                                                     Verdad Sencilla