Nos están acostumbrando poco a
poco en que lo importante es competir y ganar a toda costa sin importarnos nada
cómo queda el que tenemos enfrente. Se nos está bombardeando constantemente en
que lo importante es ganar e imponer nuestro criterio muchas veces sin una base
sólida, o bien, con una falta de información que nos hace ponernos por encima
del otro sin ver el otro lado del planteamiento.
Además estamos cayendo en la
opinión de que una persona con una capacidad intelectual alta es la que tiene
que primar en nuestra sociedad olvidando
por completo la sensibilidad de cómo aplicar nuestros conocimientos. Nos estamos
enfrascando en una pelea liderada sólo por creer que tenemos la verdad absoluta
perdiéndonos la pasión por conocer otros lados de la verdad que abrirían
nuestra sensibilidad hacia lo que aparentemente es opuesto.
No están enterrando nuestra
inteligencia emocional con la que podríamos abrir la misma puerta con distintas
llaves pero todas ellas igual de válidas para poder entrar en el conocimiento
diverso y no único. Empezamos a separarnos del mundo de la sensibilidad en el momento
que mostramos nuestro punto de vista sin tener en cuenta otros.
Esto se ve cada vez más en el
mundo en el que vivimos cuando no sólo no nos conformamos con huir de una realidad
sino que también soltamos insultos por nuestra boca e intentamos que nuestras
palabras calen en otros para que aíslen a los más débiles. Está presente el
mensaje barato carente de mensaje (valga la redundancia) con el fin de que nos
sigan personajes tristes y amargados como nosotros. Es obvio, que la gente que
está a disgusto de su vida intenta llenar de amargura nuestros corazones ya que
la pasión de estas personas es amargarnos y que a su vez nosotros hagamos la
vida imposible a otros.
Si no queremos que el mundo se
convierta en unos que persiguen a otros porque piensan de manera diferente,
tendremos que ser educados desde que nacemos en la empatía, es decir, ser personas
inteligentes emocionalmente y que apliquemos nuestros conocimientos para pensar
en el otro y meternos en su piel para evitar generar víctimas que no son ni más
ni menos que nosotros. Tenemos que empezar a concienciarnos de que aunque el de
enfrente sea distinto a mí no es negativo sino que tienen puntos de vista
distintos a los míos y empezar un diálogo no para decir que tengo razón sino
para ver que podernos reírnos juntos de muchas cosas que tenemos en común.
Tenemos que llenarnos de coraje
para sacar lo mejor de nosotros mismos para entender al otro y no ocultarnos
detrás de consignas y mensajes que agreden la diversidad de opinión y de elección
de un estilo de vida.
Pero en fin parece que vivimos en
el mundo del revés se persigue a los débiles y se permite que seres carentes de
emociones impongan su criterio y nos inoculen la amargura de sus vidas.