jueves, 12 de agosto de 2021

Inmadurez

El mundo cambia deprisa y nosotros intentamos vivir con la misma rapidez perdiéndonos, como consecuencia, muchas cosas que pasan alrededor nuestro además de no pararnos a reflexionar de lo que es importante y lo que deberíamos desechar. Estamos en medio de una pandemia, ya todos sabemos lo que es, todos los cambios en nuestras vidas que ha habido y hemos visto como muchas de las cosas que hacíamos sin darnos cuenta ahora no las podemos realizar igual que antes.

Esto de lo que voy a hablar no es que haya sucedido durante la pandemia sino que llevaba tiempo cociéndose a fuego lento y se ha agudizado ante la crisis sanitaria que estamos viviendo.

Llevamos mucho tiempo reflexionando sobre cómo educar a nuestros hijos y jóvenes y dentro de esa reflexión hemos caído en el error de cambiar casi todo lo que nuestros padres y abuelos hacían tan bien. Hemos pensado que para que nuestros hijos sean felices debíamos eliminar todo lo relacionado con la autoridad y la exigencia. Esto no solo se ve en los hogares sino también en el sistema educativo. Este sistema está cada vez más presionado con que los niños y jóvenes para ser felices deben pasárselo bien durante el aprendizaje y para ello se ha decidido de manera errónea bajar el nivel de exigencia y abrir tanto la puerta que todo el mundo puede pasar independientemente de lo bien que se hayan hecho las cosas. Estamos creando a nuestros hijos un mundo en el que todo vale con el fin de que lleguen a una falsa felicidad. Todo se ha convertido en inmediato sin páranos a pensar en que las cosas importantes cuestan conseguirlas y que la mayoría de las veces no se consiguen. Sin  embargo, para evitar que nuestros jóvenes se cojan una rabieta estamos haciendo todo lo contrario, echar la culpa a los padres que exigen a sus hijos para que sean primero, buenas personas y segundo, que estén bien formadas para hacer de este mundo un lugar mejor.

Cada vez más nos encontramos con padres muy beligerantes cuando se exige a sus hijos un esfuerzo máximo para lograr ser cada día mejor y esto se puede extrapolar al sistema educativo que cada vez está más presionado porque a los chicos no se les presione porque si no, fracasan. Pero el fracaso en sí es en lo que estamos haciendo ahora mismo, evitar el fracaso. Se está educando a los jóvenes en que las cosas se consiguen sin esfuerzo y estamos los adultos tapando sus fracasos dejándoles hacer lo que les venga en gana.

Esto es muy peligroso porque estos niños de hoy serán adultos en unos años y tendremos adultos inmaduros que no se preocuparán por los demás ni por hacer de su vida un reto para conseguir las metas que se propongan.

Ahora mismo ya lo estamos viendo en todos los ámbitos. Por ejemplo, en la clase política tenemos líderes políticos muy jóvenes que no saben ni hablar en público, ni dialogar para llegar a acuerdos y así solucionar los problemas de la gente. Es más, evitan el debate parlamentario y ese debate lo llevan de manera inmadura  a las redes sociales. Esto se ve muy bien en la pandemia. Entiendo que es un problema muy grande y que errores tiene que haber pero lo que no entiendo que ante una situación tan grave estén más pendientes de subir una foto y un mensaje en las redes sociales que sentarse a hablar y pactar medidas para solucionar este problema. Lo que decía antes arriba, esto nos lleva a adultos inmaduros que solo miran el nutrir su YO en vez de ver el beneficio social.

Ahora todos nos escandalizamos de que hay un sector de la juventud que no respeta las normas sanitarias y están contribuyendo a la expansión de este virus. Pero muy poca gente reflexiona que estos jóvenes son el producto de una educación cada menos exigente con la responsabilidad y el esfuerzo. Estos jóvenes desde que nacieron se les ha malcriado dándoles todo sin esfuerzo y es más para que el niño no me llore y me dé la tabarra le regalo, por ejemplo, el mejor móvil para que me deje en paz de una vez. Como decía, en el sistema educativo idem. Estos jóvenes han desarrollado su aprendizaje en un sistema en el que prima todo menos el esfuerzo y en muchos casos se les ha regalado el aprobado porque claro cómo van a repetir curso, se van a traumatizar, en vez de exigir y transmitir que el éxito es el esfuerzo diario.

Estos jóvenes con estos antecedentes se revelan ante sus padres, profesores, policía porque han sido educados en que todo vale ya que lo que buscan es satisfacer sus necesidades y no proteger y preocuparse por los demás.

Si esto sigue así, estamos abocados a una sociedad cada vez menos reivindicativa con la injusticia social y peor formada y preparada para asumir responsabilidades.