Uno de los principales sellos de distinción de la Democracia
es, sin lugar a dudas, el consenso y el diálogo y desde éste llegar a cualquier
acuerdo con el fin de solucionar los problemas de los ciudadanos. Si en Democracia
este coloquio, esta lluvia de ideas se elimina y los gobiernos deciden hacer lo
que ellos quieran sin consenso, da la sensación de que esto no nos lo merecemos
y que estamos más cerca de un autoritarismo que de un debate de ideas. Claro
está que los ciudadanos votamos para que este debate político exista y además
que se lleguen a acuerdos con tal de que la sociedad de hoy sea mejor dentro de
4 años, en las próximas elecciones. Esto viene a cuento por las distintas medidas
que este gobierno está tomando en los dos últimos años. Todas ellas son medidas
sin ningún consenso pero lo peor es la radicalidad de todas ellas puesto que
tocan pilares básicos que nuestros padres y abuelos lograron conseguir con
mucho esfuerzo. Por ejemplo, el “medicamentazo”
que hace que enfermos crónicos o jubilados paguen parte de sus medicinas,
también está la reciente aprobada ley de educación (LOMCE) que ha conseguido salir adelante sólo con el partido que
gobierna. De esta última, no quiero decir que en todos sus aspectos sea mala, el problema es
que tiene aspectos muy negativos y no se ha dado opción de debatirla por lo que
la valentía de los políticos a la hora de utilizar la dialéctica y la oratoria
es mínima y no tienen agallas suficientes para poner sobre la mesa los
argumentos necesarios como para que todos los que han sido votados democráticamente
tengan opción de que sus aportaciones se tengan en cuenta y de tener una ley
educativa mucho más fuerte y de más calidad. ¿Hubiera ocurrido todo esto sin
una mayoría absoluta? Creo que no. También se está viendo cada vez más a los
políticos más separados de la ética y los valores que les harían ser realistas
sobre los verdaderos problemas de su sociedad, esto permite mayor desgarro en
sus decisiones y un distanciamiento con sus ciudadanos sin antecedentes en
nuestra Democracia.
Una de las últimas medidas que me preocupan y que este
gobierno va a aprobar va a ser que la gente no pueda manifestarse sobre los
problemas que tan graves que tienen a su alrededor, que no se manifiesten en
ningún edificio público y que al mínimo atisbo de pancartas “ofensivas” para sus ojos (Habría que ver que es ofensivo
o no), los manifestantes sean detenidos y tengan una multa de 9.000 €. Esto es
gravísimo por varios motivos ya que no sólo se corta de manera radical la
libertad de expresión sino que se mete en el mismo saco a los energúmenos que aprovechan
las manifestaciones para usar la violencia. Quiero decir que la mayoría de los
ciudadanos se manifiestan de manera ejemplar y por unos pocos se anula el
derecho a gritar y decir a los políticos que sus ciudadanos necesitamos de su
ayuda y que están totalmente equivocados de sus medidas. Estoy totalmente de
acuerdo en que haya una ley mucho más
duro con los violentos pero contar con
que todos somos así es deshonesto y zafio. Por cierto en esta ley, también
incluye que ningún ciudadano se oponga a los cuerpos de seguridad cuando le
vayan a desahuciar, lamentablemente desgarrador. Y yo me pregunto, ¿Por qué el Ministro
de Interior no es más contundente en cerrar estadios de fútbol por conductas
radicales y violentas? Claro nos quedaríamos sin el partido del siglo entre R.
Madrid-F.C. Barcelona.
Puestos a buscar mediadas radicales y absurdas lo mismo
también cierran blogs como éste en el que se trata de que los ciudadanos
tengamos las ideas claras y defendamos la integridad de nuestros familiares,
amigos y vecinos.
Pues bien ante este panorama, he de decir que nos quedan dos
años muy duros que es lo que nos queda de mayoría absoluta, es el problema de votar
cada 4 años. ¿Por qué no votar cada 2 para ver el grado de satisfacción de los
ciudadanos ante las mediadas tomadas de sus políticos?
Mucho me temo que si los ciudadanos ya no vamos a poder
lamentarnos en la calle de manera pacífica quizá decidamos dentro de 2 años
mostrar ese silencio a la hora de votar y no ir a hacerlo y posiblemente
estemos ante la situación caótica que el número que no ha ido a votar sea mayor
que el que lo ha hecho.