jueves, 11 de agosto de 2022

Miedo y ruido

 

El miedo es un arma bastante eficaz ya que paraliza a las personas, las bloquea y les hace actuar y tomar decisiones de manera irreflexiva. En algunas ocasiones el miedo surge de manera interna por sucesos que ocurren alrededor y somos nosotros los que alimentamos ese miedo que nos hace inseguros y nada dueños de nuestras decisiones.

Otras veces ese miedo viene producido por agentes externos, es decir, nosotros estamos relativamente tranquilos y alguien utiliza el miedo para hacer cambiar nuestras rutinas y comportamientos. Este miedo es peor que el interno ya que es más descontrolado y afecta a un mayor número de personas lo cual puede producir cierta sensación de esquizofrenia colectiva que favorece los intereses de ciertos individuos.

Es cierto que este tipo de miedo siempre ha existido, pero en la actualidad se difunde más rápidamente debido las nuevas tecnologías y más en con concreto por las redes sociales.

Estamos viviendo una continua exageración que en muchos casos se convierte en mentiras que nos arrojan a diario a través de estos medios que provocan estrés y cambios de comportamiento en la gente y nos hace perder nuestra libertad de decidir con conciencia qué es lo que quiero hacer y aportar a este mundo.

Hoy en día los medios de comunicación son el principal foco de expansión de la inmensa mayoría de los bulos que corren por nuestra sociedad. Llenan programas poniendo en cuestión todo sin centrarse en dos preguntas importantes a la hora de dar una noticia el “por qué” y el “para qué”. No nos hacen reflexionar sobre por qué ocurren las cosas y el para qué se hace. Solo se centran en crear un ambiente apocalíptico y caótico de lo que va a pasar para mantenernos en vilo y luego nosotros, todo eso que aprendemos en estos medios de comunicación lo comentamos en nuestro trabajo, barrio, bar, casa… y nos genera una obsesión que nos hace cambiar nuestra forma de ser y lo más importante nos limita tener una opinión crítica de lo que sucede a nuestro alrededor. Un ejemplo claro ha sido la forma en la que se nos ha informado de la pandemia. Se han llenado programas durante dos años en la mayoría de los cuales no estaban invitados científicos expertos en el tema sino pseudoperiodistas que les permiten decir cualquier tipo de información no contrastada con tal de tener audiencia. Otro ejemplo más reciente es la del ahorro energético. Estos mismos pseudoperiodistas discuten horas y horas de las futuras consecuencias de apagar, por ejemplo, las luces de los escaparates antes de que esta ley empiece a funcionar y ver qué efectos tiene en la sociedad.

Lo peligroso de todos esto es la utilización del miedo para tener un alto nivel de audiencia y este miedo se convierte en una paranoia que a mucha gente les produce intranquilidad y lo más importante pérdida de libertad de actuación y conciencia social y crítica.

En los últimos 15 años más o menos se está intentando eliminar el hábito de la lectura entre la gente, especialmente la más joven, lo cual está haciendo que la gente cada vez piense menos y sepa menos y solo se interese por comprar el móvil de última generación de la marca X y esto trae unas consecuencias muy serias, entre ellas, que se pierda el pensamiento crítico que conlleva la lectura de diversas fuentes para poder tener un punto de vista más rico. Claro, esto conlleva saber un poco más de historia, saber qué es lo que ocurrió en el pasado para no volver a cometer los mismos errores. Aparte de historia un poco más de filosofía para ahondar en el pensamiento crítico o un poco más de música para formar personas sensibles a lo que sucede a nuestro alrededor. ¿Es una casualidad que Historia, Filosofía y Música cada vez tengan menos relevancia en el sistema educativo? Pues bien, si esto sigue así el miedo no tendrá piedad con nosotros.

lunes, 3 de enero de 2022

Antivacunas, consecuencia de la ruptura de nuestros valores

 

Poco a poco estamos llegando a un destino de difícil retorno y que puede cambiar muchas de las estructuras que hasta día de hoy eran fundamentales para mantener vivos valores  tan imprescindibles para diferenciar una sociedad equilibrada frente a otra destructiva y con poco interés por avanzar y mejorar.

Un nuevo capítulo de esta situación es todo lo que estamos viviendo en estos casi 2 años con la pandemia. Es verdad, que una inmensa mayoría ha estado concienciada con este tema y no solo hablo de los sanitarios sino el resto de ciudadanos que han estado intentando hacer mejorar esta situación desde el contexto que les toca.

Pero también es verdad que una parte de nuestra sociedad no ha colaborado y solo han pensado en ellos mismos y con tal de satisfacer sus necesidades no han cumplido las normas básicas de civismo que una sociedad en democracia debiera cumplir.

Me voy a centrar en la vacunación. Una persona con un mínimo de conciencia social y empatía no duda en ponerse las dosis que hagan falta. Pero cuando un sector de la sociedad cada vez más amplia ha sido educado en la inmediatez, en conseguir las cosas sin esfuerzo, en  no pensar en los demás sino en solo en ti es cuando surgen movimientos como los antivacunas que se creen lo primero que ven en las redes sin filtrar la información. Esto ocurre porque cada vez más estamos cayendo en el error de educar a nuestros hijos desde una manera relajada y creemos que queremos más a los menores por consentirles todo y esto conlleva una actitud de todo vale y de darles la razón de todo aunque no la tengan. El resultado es una juventud entre 20-35 años muy centrada en sus necesidades básicas y no pensar en nada más. Hasta ha habido campañas de vacunación que para animar a la gente a vacunarse se hacían regalos. Esta cultura de te regalo algo para que no me molestes (¿Os suena?). La ley del NO esfuerzo en la que llevamos sumergidos y poco a poco lo vamos a ir pagando.

Ante esta situación, el sistema educativo en vez de reforzarse y seguir educando en valores cada vez más está cediendo a estas presiones de que aunque no te esfuerces tendrás el premio igual porque claro cómo se va a discriminar a alguien. Ante esta situación, nuestra sociedad será cada vez menos competitiva ante los verdaderos retos que habrá que afrontar. Y a competitiva me refiero a bien preparada, competente, personas con una buena educación, con valores bien asentados que son los que te hacen pensar primero en los demás y luego en ti.

A esta parte de la sociedad nada les importa el trabajo que están haciendo los científicos por salvar vidas creando vacunas, para ellos lo más importante es ir de fiesta y satisfacer tus necesidades. Es obvio que los científicos deberían ser los mejores pagados ya que se dedican a salvar vidas, la vida lo más importante que tenemos y que algunos no saben valorarlo.

En fin, creo que nuestros abuelos se volverían locos si vieran lo que estamos haciendo, ellos que con menos y en situaciones mucho más complicadas supieron saborear la vida con menos comodidades pero poniendo mucho esfuerzo para dejarnos un mundo mejor.