Podemos pensar que cuando hablo de generación "desahuciada" me refiero a los miles de jóvenes que no encuentran un espacio en nuestra sociedad porque no se les da una oportunidad a la hora de encontrar trabajo y poder ser independientes. Pero no, yo me refiero a los ciudadanos que están en la franja de edad entre los 50 y 55 años y de repente ven su vida truncada porque pierden su trabajo y consiguientemente su dignidad. Hay datos que empiezan a señalar que estas personas están empezando a perder sus casas porque ya nos les queda ningún tipo subsidio. Esta situación empeora cuando además no pueden seguir pagando a sus hijos sus estudios, fundamentalmente universitarios, lo cual añade una presión por sentirse impotentes a la hora de no poder dar a los suyos algo tan básico como la formación y así garantizarles un futuro próspero. Todo esto les ocasiona en muchos casos una tristeza transformada en depresión que les lleva a pensar que no sirven para nada ya que las reformas que se están haciendo laborales favorecen el despido pero no a la reinserción laboral. Ojalá cuando introducimos la papeleta en la urna cuando hay elecciones también introdujera a los políticos la cordura necesaria para reconocer y sentir los verdaderos problemas de sus ciudadanos. Es increíble el grado de desconocimiento que tienen los que nos gobiernan acerca de las preocupaciones ciudadanas lo cual nos lleva a este tipo de situaciones.
Excluyendo a este sector de la sociedad, estamos perdiendo una parte de la experiencia vital de nuestra sociedad, dejando de lado a personas que, por cierto, han luchado toda su vida por tener un trabajo digno junto con todo lo que conlleva como tener una casa propia, tener familia...
Por ello la reflexión de hoy va dedicada a estos ciudadanos de entre 50-55 años que están olvidados y que lo están pasando realmente mal.
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